SOMOS BLANCOAMOR

Somos una Familia de trabajo.

Lo primero que queremos contarte es que somos una empresa familiar, creada por Ema y Carlos Kreplak, quienes dieron la fuerza inicial y un trabajo admirable a este proyecto. Desde el año 2005 se suman su hijo Federico y su esposa Magdalena a la construcción de la segunda generación. “Somos un equipo de trabajo orgullosos de la historia de Blancoamor, agradecidos a la comunidad que nos elige día a día y a los colaboradores que nos acompañaron y acompañan entregando lo mejor de cada uno.” Carlos Kreplak.

“Durante este tiempo hemos podido crecer a paso firme, a fuerza de tesón, compromiso, ética y mucho esfuerzo. Hemos atravesado todo tipo de crisis, reestructuraciones y adversidades; buscando siempre maximizar utilidades, minimizar costos, y cuidando siempre el trabajo de las familias que son parte de este equipo de trabajo. A lo largo de nuestra historia, hemos tomado muchas decisiones acertadas, y otras no tanto. Estas últimas nos foguearon, nos hicieron más fuertes y nos enseñaron a superarnos. Cada paso que damos lo medimos, lo analizamos, y lo consensuamos. Nada es casual.” Federico Kreplak

ts.

Somos parte de la comunidad del Alto Valle: somos locales y en expansión.

Las empresas se constituyen en las personas que desde su inicio hasta la actualidad la conforman, en su historia, en la posibilidad que son para el desarrollo de su comunidad y de su economía, en un dar y recibir equilibrado y respetuoso.

Blancoamor con sus más de treinta años de trayectoria logró desde el primer día ser aceptada por la comunidad del Alto Valle. Es una marca abrazada por los vecinos de la zona como patrimonio local. Muestra de ello es el apoyo constante de nuestros clientes ante las adversidades que hemos atravesado. Es por ello, por lo que nos sentimos bendecidos y agradecidos a nuestra comunidad, lo que nos motiva y compromete cada día a ser una mejor versión de nosotros mismos.

De esta manera Blancoamor a través de los años se ha consolidado en el mercado regional haciendo de su nombre una insignia del Alto Valle. De a poco vamos extendiéndonos a nuevos mercados nacionales. Hoy más que nunca estamos a un paso de cualquier hogar del país a través de Blancoamor.com



Somos uno.

Cuando pensamos a Blancoamor lo hacemos desde una mirada sistémica. “Somos uno” es parte de una filosofía a la que adherimos y donde cada uno aporta algo importante y único desde su rol. Cada área, cada persona es parte fundamental para el logro de objetivos en común. Todas ellas deben sentir su contribución al sistema como única sin la cual no podríamos funcionar de manera saludable, efectiva y sostenida.

Al incorporarte al equipo Blancoamor pensa siempre cómo tus acciones, o la falta de ellas, impactan en el sistema que somos. Lo que le hace bien a uno, les hace bien a todos. Lo que le hace mal a uno, les hace mal a todos.

nUESTROS ORIGENES

nACE bLANCOAMOR
1986

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2018

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2015

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El Nacimiento

Corría el año 1986, hacía ya 11 años que Ema y Carlos Kreplak trabajaban en su estudio contable asesorando a pequeños comerciantes, talleristas, transportistas, entre otros clientes. Hubo un momento en el que cansado de ser un observador pasivo, Carlos, se planteó por qué no desarrollar un emprendimiento comercial propio. Fue entonces, y con el impulso de un cliente del estudio, que decidieron abrir un negocio. Oportunamente un local comercial se desocupó en la Avenida Olascoaga 299; una excelente ubicación en la arteria más importante de Neuquén.

En ese momento surgió la duda: ¿Qué rubro desarrollar? Luego de un análisis de mercado casero, y el olfato de quien desde chico trabajó en el sector textil de Buenos Aires, se detectó que el segmento de mercado de los productos de blanco no estaba bien ofertado en la Ciudad de Neuquén y alrededores.

¿Qué sabían los fundadores de producto? Que las sábanas se usaban en la cama, las toallas secaban, los manteles eran para la mesa y los repasadores para secar los platos. No conocían proveedor, ni fábrica alguna.

Difícil fue la primera compra, ya que los mayoristas del Once en Buenos Aires les ofrecían los productos que ellos más vendían sin conocer la plaza y las necesidades de la gente de Neuquén. Entonces optaron por una clara definición de Ema: “Todos los productos que vendamos deben ser de calidad y buen gusto”. Y fue así como hasta los repasadores fueron elegidos uno por uno. No sabían si los precios eran buenos o no, sólo se basaron en la premisa anterior.

 

El nombre y la marca

Desde que se alquiló el salón hasta que se abrieron las puertas paso un mes y medio. Todo ese tiempo estuvieron pensando qué nombre darle al emprendimiento.

No sabían por dónde comenzar, pero hubo algunos hechos muy oportunos que ayudaron a dar a luz al nombre: en primer lugar, los proveedores de Buenos Aires sugerían que el nombre debía tener indicado de manera explícita qué era lo que vendía.

En segundo lugar, sabían que debía ser un nombre corto, pegadizo y agradable.

En tercer lugar, pero no menos importante, Ema y Carlos querían brindarle a la gente lo mejor, partiendo desde el servicio, la vocación y el amor.

Y por último, surgió la idea de utilizar el nombre del poeta Ramón de Campoamor. Fue así, que parafraseando surgió el nombre BLANCOAMOR. De esta manera, entre casualidades y causalidades comenzó a gestarse una marca que, al día de hoy, ya es reconocida en nuestra sociedad, y desde hace algunos años ha comenzado a posicionarse como una marca líder en el mercado.

 

Luego de haber elegido el nombre había que personalizarlo por medio de un isotipo o logotipo, que del mismo modo que el nombre fuera agradable y fácil de recordar, al mismo tiempo que en sí mismo tuviera parte de las cualidades que el nombre indicaba.

Y así, después de muchas propuestas de los diseñadores de entonces, por una combinación de las mismas, surgió el Blancoamor en letra cursiva y ascendente, coronado por las palomitas, que insinuaban paz y amor, y un trazo firme y ascendente que remataba el logo por debajo, remarcando el concepto de firma comercial.

 

El lanzamiento

“Si había una certeza por entonces, era que antes de abrir había que generar expectativa en la gente, y proponerle sensaciones que iban a recibir por medio de los productos que se les iban a ofrecer.

Así se produjo una intensa campaña publicitaria en el Diario Río Negro y en el Canal 7 de TV, asesorados por quienes en ese momento tenían mucho conocimiento de cómo había que llegar al gran público para anunciarle la apertura de Blancoamor, y entusiasmarlos para que vinieran a curiosear y comprar.

 

Era el 7 de Septiembre de 1986, los vidrios del local estaban tapados con papeles, un letrista dibujaba el logo en el vidrio exterior, y la vidriera sin completar, los estantes en pleno proceso de acomodarse con la mercadería, y la lista de precios aun sin terminar. Sucedió entonces que desde las 10:30 de la mañana la gente se agolpó en la puerta del local preguntando si se abría o no, y cuándo sería el acontecimiento, que estaba anunciado para ese día. ¡Había que cumplir! pues era una expectativa creada, y de entrada no se podía fallar en cumplir lo prometido.

Cuando se abrieron las puertas ¡fue un furor! ¡lleno total ese día y luego todos los días!

La gente que nos acompañó en ese momento, sigue siendo nuestros clientes, y hasta podríamos decir nuestros amigos.

La importancia de la publicidad para tratar de introducirnos en la mente de la gente fue considerada como una inversión a largo plazo desde los inicios de Blancoamor. Eran destacados los avisos de ofertas en la contratapa del Diario Río Negro y en la TV. Con una respuesta siempre creciente por parte de la gente de Neuquén y de a poco también de los pueblos vecinos, hasta abarcar toda la región.

Un día una amiga y asesora en medios de comunicación, Laura Asia, nos ofreció hacer un jingle para acompañar nuestras propuestas tanto en la radio como en la TV. Nos presentó a unos de los mejores creadores del rubro de Buenos Aires, el mismo le dió vida a nuestras ideas y produjo el jingle de Blancoamor. Desde un principio el mismo fue muy bien concebido y reflejó lo que Blancoamor quería significar y ofrecer, y la manera en que cada persona se sentiría al visitarnos. Todo ello acompañado por una música con ritmo pegadizo y alegre. Este jingle, con pequeñas modificaciones sigue vigente hoy en día.

Con el jingle en las radios y en la TV, poco a poco se fue introduciendo en la mente de la gente el nombre de nuestro negocio, y muchas veces se podía oír por las calles que alguien tarareaba la melodía: Blancoamor es para todos sin duda un éxito notable para un pequeño negocio, pero con visión de grande, del centro de Neuquén”.

 

El incendio

En Abril de 1991 con el Gobierno de Menem y Cavallo se lanzó la política económica de “La Convertibilidad”. Así, se logró estabilizar la economía, reducir la inflación y sobre todo producir un fenómeno que se tradujo en un inmediato aumento del consumo por parte de la población: la vuelta del crédito en cuotas. El consumo por necesidades reales de la gente que estaba insatisfecho, la Ley de precios estables, sumado el crédito, posibilito que gran parte de la población pudiera adquirir más bienes. Esto también repercutió favorablemente en Blancoamor, que para ese entonces tenía dos locales; el segundo ubicado en Perito Moreno 325.

Fue en esta etapa de puro crecimiento que sucedió la gran desgracia. Por falta de cuidado e imprudencia, se acumularon en el patio del local demasiados cartones, que debían ser vendidos para luego su importe ser donado a Instituciones de Caridad. Allí se inició e incendio que destruyó el local de Perito Moreno, y lo que estaba dentro. ¡Cuanto dolor significó para todos quienes formábamos parte de Blancoamor! La enorme pérdida económica, nos tomó por sorpresa ¡justo en un momento de auge comercial! Ante la dificultad, el espíritu de lucha de Ema y Carlos se tradujo en la fuerza necesaria para hacer frente al problema con energía y alegría. Se decidió no despedir a ningún empleado, y por el contrario incorporar una persona más e instalar un pequeño depósito en Perito Moreno 435. Todo el personal restante fue destinado al local de Olascoaga 299. Incluido Carlos, eran 9 personas que atendían el salón. Afortunadamente, fue tan grande la respuesta de la gente ante la desgracia, que las 9 personas apenas daban abasto para atender la enorme demanda del público.

El incendio significó un duro golpe al crecimiento de Blancoamor. A pesar de ello, jamás se dejó de pagar a nuestros proveedores, lo que nos permitió fortalecer los vínculos con los mismos y seguir caminando juntos tanto en las buenas como en las malas”.

 

Los vaivenes

Cierto es que no hay nada que dure para siempre. Vivimos en un Mundo en continuos cambios. Y los cambios también llegaron a Neuquén.

Desde el año 1996 en adelante desembarcaron en la ciudad los hipermercados y las sucursales de las grandes tiendas como; Walmart, Híper La Anónima, Jumbo e Easy, Casa Tía, Galver, y Balbi entre otros. Tenían toda la intención, como sucedió en muchos otros países y ciudades, de quedarse con todo el mercado consumidor minorista. Con su agresiva estrategia, ofrecían productos a muy bajos precios, a veces inferiores a los costos, pretendiendo hacer desaparecer al pequeño comerciante. ¡Y vaya si lo lograron! en ese entonces desaparecieron muchísimos negocios. Situación que produjo que muchísima gente quedara sin trabajo y se fuera achicando el universo de compradores. Comenzaba un proceso de graves dificultades. Blancoamor no fue ajeno a ellas.

En el espíritu de Ema y Carlos siempre estuvo la idea del cambio y la mejora continua, y nunca darse por vencidos. Si algo había aprendido Carlos era que: “Quien no crece, desaparece”.

En 1996 Blancoamor tenía cuatro sucursales y una distribución mayorista bastante extensa, lo que permitió tener volumen de compras y se pudo importar productos de Pakistán, Brasil, Italia y España. Esto permitió tener productos “únicos”, diferenciados y con precios razonables para poder competir.

Aun así, con la toda la creatividad puesta en producir cambios permanentes, con estrategias de comunicación masiva, con diferenciación en productos con los “grandes”, en el año 1998 se podía vislumbrar en el horizonte un avance del proceso de deterioro del mercado, y se fue produciendo una cada vez más importante baja en las ventas de Blancoamor, mientras el costo operativo se hacía cada vez más grande. 

 

Downsizing (reestructuración y ajuste para eficientizar la empresa)

Muchas veces, como enseñan los grandes estrategas, “es más importante saber cuándo hay que cerrar grifos, que cuando hay que abrir nuevas sucursales.”

Ante la creciente disminución de ventas, se hizo imprescindible reducir gastos. Pero nuevamente se decidió que ante cualquier panorama el personal no sería reducido. Se trató de una decisión valiente; de cuidar ante todo a la gente de Blancoamor, para ser fieles a la filosofía de la empresa. Estar juntos como un equipo en los buenos y en los no tan buenos momentos.

“Así fue cómo a fines de 1998 se cerró definitivamente el local original de Olascoaga 299, distribuyéndose el personal en los otros tres locales. En 1999, se cerró definitivamente el local de Olascoaga 250. Y a fines del año 2000 se cerró el local de Perito Moreno 325. Quedaba únicamente el local de Perito Moreno 435, donde también estaba el depósito. Todo ello sin ningún tipo de reducción en nuestro personal.

Hubo por ese entonces muchas charlas con todo el equipo, acerca de qué debería ser lo mejor que se podría hacer para sobrellevar las dificultades y quedar vivos. Luego de analizar las opciones existentes decidimos resistir y buscar nuevas alternativas para ofrecer a la gente.

Sencillamente se determinó que quien se retirara, porque encontraba una mejor oportunidad, no sería reemplazado. Así, de a poco, fue disminuyendo el número del personal, que llegó en el momento de mayor auge a las 18 personas.

Se logró equilibrar el presupuesto, para que con la venta que había, alcanzara para cubrir ajustadamente el costo operativo. Fueron difíciles momentos que templaron los espíritus y acercaron más al grupo. Lo destacable fue que ante la adversidad hubo calma, siempre se trabajó con esperanza de que en algún momento las cosas iban a cambiar para mejor.”

 

La crisis y el crecimiento

Nos encontrábamos ya en el año 2000, poco a poco en todo el país iba creciendo y haciéndose más intensa la crisis. Las ventas caían, las empresas quebraban, la desocupación aumentaba, hasta los más grandes recibieron el cimbronazo. Una situación que iba tornándose cada vez más explosiva y de extrema incertidumbre.

“En ese mismo tiempo Blancoamor, con los números equilibrados, con un férreo control del gasto y una agresiva política publicitaria, de a poquito fue recuperando su clientela, que se fue dando cuenta muy lentamente, que ¨los grandes¨ vendían a bajos precios, pero también productos de muy baja calidad. Incomparable con la calidad del trato hacia la gente y la calidad de los productos que se le ofrecían en Blancoamor.

Y se dió la gran paradoja: Mientras todos caían, Blancoamor comenzaba a levantarse.

La estrategia por entonces era la de mantenernos a flote, aun con las velas bajas, y prepararnos como equipo para cuando la tormenta pasara. La estrategia estaba bien planeada y preparada para su éxito.

Así llegando a fines del año 2001 explota la crisis económica que venía acumulándose.

Las medidas del gobierno del “Corralito” y el “Corralón” lograron que la gente descreyera de los Bancos que les habían robado sus ahorros. Se devolvieron y se dejaron de usar las tarjetas de crédito, se suspendió la venta a crédito en las grandes cadenas, muchos comercios comenzaron a sentir el rigor del desastre económico que se vivía en Argentina.

Blancoamor en esas circunstancias salió a buscar su oportunidad de crecer y volver a recuperar sus clientes.”

 

La Gran Barata

“La idea surgió como una tímida sugerencia del proveedor de muebles y futones, quien sufría el incremento de sus stocks ya que la venta era casi nula.

Establecimos un acuerdo de mutua colaboración donde proponíamos márgenes más pequeños en nuestras utilidades, pero que permitieran brindar al público precios muy convenientes. En este contexto sólo se vendía a cambio de dinero en efectivo, lo que sumado a una fuerte y audaz apuesta publicitaria se tradujo en un suceso comercial exitosísimo, muy comentado en Neuquén, ya que miles de personas volvieron a Blancoamor para aprovechar las grandes oportunidades que se les brindaba. Y de esta manera redescubrieron Blancoamor. Comenzaba a darse un crecimiento que siguió desde entonces con mayor impulso.

Dos meses después, antes del Mundial de Futbol 2002, alquilamos un amplio espacio en el Portal de la Patagonia, donde expusimos solamente colchones y muebles. Ése gran local buscaba fundamentalmente comunicar a la gente que Blancoamor estaba vivo. Al mismo tiempo que daba a conocer la dirección de nuestro único local de ventas de aquel momento. Sin embargo allí también se vendía lo suficiente para pagar los costos del alquiler, y significó una fuerte publicidad directa para posicionar nuevamente a nuestra empresa.

Dos sacrificados años duró la experiencia, y su resultado fue un éxito muy superior al planificado. Todo ello, sumado a cambios permanentes en las propuestas comerciales, publicidad creativa, incorporación de nuevos y mejores productos, capacitación permanente del equipo de trabajo, férreo manejo administrativo y financiero, fueron los pilares en que se basó el crecimiento sostenido de la empresa.”

 

La nueva generación: de negocio familiar a empresa profesional

En Junio del año 2005, vuelve a la zona Federico, el segundo de los tres hijos de Ema y Carlos. Federico había acompañado a sus padres desde muy temprana edad en el negocio. Luego vivió en Buenos Aires donde realizó sus estudios universitarios en Administración de Empresas, seguidos de un Máster en Finanzas. Posteriormente viajó a Canadá para fortalecer más aún sus conocimientos y experiencias, allí logro el título de MBA (Master in Bussines Administration). Mientras pasaban los años lejos de Cipolletti, Federico siempre estuvo cerca de Blancoamor y de las decisiones que sus padres tomaban, a pesar de la distancia. Siempre soñó con regresar y brindarle todas sus fuerzas a este proyecto.

Federico creció y vivenció todas las estapas de Blancoamor, eso lo llevó a preparse y a visionar, junto a sus padres, que ya era tiempo de profesionalizar el negocio y comenzar a transformalo en una empresa. su incorporación junto a su esposa Magdalena a Blancoamor logró dar un aire de renovación, aportando energía joven y una visión diferente del mundo de los negocios y de las relaciones interpersonales, profundizando la línea y la filosofía original, dotándola de nuevos y superadores conceptos.

“Poco a poco desde el año 2005 en adelante hemos gestado grandes cambios, en el intento de profesionalizar cada área: la administración, la logística, las compras, la atención a nuestros clientes, la comunicación y el marketing, los sistemas operativos, la infraestructura, los productos. Hemos ido creciendo paso a paso, siempre firmes y positivos. Creyendo en nosotros como un equipo humano que se proyecta hacia el futuro, cuidando y respetando a los demás. Intentando dar lo mejor de nosotros cada día.”

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